Durante más de dos horas, el hombre de 93 años creyó estar hablando por teléfono con su hijo, pero era víctima de una estafa.
Del cuento del tío participó incluso un cerrajero, que abrió la caja de seguridad en la que el anciano guardaba sus ahorros.
Al hombre, que vive en un edificio de Las Cañitas, no le dejaron cortar el llamado para evitar que, ante alguna sospecha, llamara a su familia o a la Policía.
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