Portada  |  06 mayo 2021

Minorías: bulimia y anorexia

Te presentamos un capítulo de Minorías distinto, conmovedor, valiente. Seis mujeres jóvenes, algunas adolescentes, que se animan a contar su mayor desafío, una lucha con la que deben lidiar cada día.

Informes Especiales

Por Michelle Mendeluk

Seis mujeres deciden difundir sus historias para evitar que muchas otras jóvenes pasen por lo mismo. Para algunas, ésta es su manera de contarles- por primera vez- a sus seres queridos y familiares lo que padecen. Reúnen valor, y hablan de la bulimia y anorexia.  

Todo comienza con una distorsión, con un espejo mentiroso, con una voz acusadora interna y enemiga que obliga a dañar el cuerpo. Esa voz sofocante amenaza sin descanso, incentiva a hacer ejercicio constantemente, a dejar la comida de lado, a lastimarse la piel, en varios casos a vomitar. Y todo eso conlleva a la mentira.

Han fingido una infinidad de veces para evitar ir a cenas y almuerzos con amigos, se han ido de sus casas en horarios de comida, se encerraron a escondidas a vomitar mientras dejaban las canillas encendidas.   

La comida es un desafío, a veces atemorizante. Algunas de ellas consideran que han despreciado la vida misma, entendiendo que el alimento es el motor necesario para vivir. Por ende, definen a la anorexia y bulimia como resultado a un vacío sofocante, difícil de llenar.  

Y la soledad es ahogante, confusa. En ese preciso momento en que mienten a sus familias y se van de casa, son conscientes de que en verdad no quieren hacerlo. Ese momento en que cierran las puertas del baño, saben lo que va a suceder, y no quieren hacerse daño. Pero, sin nadie presente más que aquella voz interna, es como si el dolor y la autoagresión se tronaran necesarios.  

Pasaron por situaciones complejas, pero les quedó el valor y el ápice de fortaleza necesario para pedir ayuda. Hoy se animan a compartir sus experiencias, porque es sano, porque apartarse resulta agobiante. Porque en verdad son amantes de la vida, y no quieren que nada ni nadie les quite su luz.   

Y en ese momento en que optan por la franqueza y deciden hablar con sus familias y profesionales, ganan la pulseada contra aquella voz enemiga. La transforman incluso en una voz amigable, que incentiva a estar mejor, paso a paso.  

Es ahí cuando el espejo se vuelve sincero, compañero y, regalándoles una sonrisa, las describe como las hermosas mujeres que en verdad son. A

Agradecimientos:  
Fundación La Casita (enfocada en trastornos de alimentación)—Paula Hernández. Arribeños 2606. Teléfono011 4787-5432 
Belén Suárez: @the.positivebody  
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