Portada  |  01 abril 2021

Minorías: los hipoacúsicos

Algunos han perdido la audición con el paso del tiempo, otros directamente no conocen sonido alguno. Algunos han decidido colocarse implantes o audífonos, mientras que otros no han podido o se rehusaron a hacerlo. Cada historia es un mundo diferente y te la contamos en un nuevo capítulo de Minorías.

Informes Especiales

Son personas hipoacúsicas, muchos de ellos no escuchan en lo absoluto. Pero todos han intentado incursionar dentro de diversas formas de comunicación. La lengua de señas se torna una herramienta fundamental, el respeto e inclusión se vuelven esenciales.

Leandro perdió la audición a los 8 años. Recuerda largas noches de llanto, y no olvida el momento en que debió cambiarse de colegio para poder estudiar con lengua de señas. Con el paso del tiempo fue adaptándose a una nueva realidad.

Flor e Iván decidieron colocarse un implante coclear, el cual les facilita en gran medida la posibilidad de escuchar. En el caso de Flor, recuerda que cuando le activaron el implante ingresó en un mundo completamente diferente. Había mucho por conocer, como por ejemplo el sonido de una caricia, lo cual nunca imaginó que existía. Tiene dos hijos, ambos con audífonos.

Lili dejó de escuchar a los 3 años, por una mala praxis médica. Se acostumbró a leer los labios y manejarse con sus manos. Su hermana tiene ceguera y sordera a la vez, por lo que también aprendió lo necesario para mediar la comunicación entre ella y sus padres.

Muchos de ellos cumplieron sus sueños, superando adversidades. Lucas es un ejemplo de ello. A los 13 años decidió que, a pesar de sus enormes desafíos, sería baterista. Y, muy a pesar de lo que indicaría la lógica, lo logró. Lo logra todos los días.

Yahel vivió una dura historia en su infancia. En el colegio primario la burlaron sin descanso por su falta de audición, ella misma incluso se sentía apartada de su entorno. A los 13 años aprendió la lengua de señas y todo cambió para ella. Hoy lucha por que dicha lengua sea considerada, respetada y estudiada como cualquier otro idioma.

Hoy, este grupo de personas nos abre las puertas a propias realidades, a propias luchas, que se han humedecido por las lágrimas, pero que se han llenado de color por los logros obtenidos. Con sus relatos, nos enseñan que el respeto también tiene idioma. Un idioma solamente utilizado por quienes sueñan con un mundo más empático y comprensivo. Un mundo mejor.

AGRADECIMIENTOS
SEA (Señas En Acción)
AGATA FORNASA Y SABRINA BOUZ (INTERPRETES)
MARIANA ORTIZ (INTERPRETE)
CARINA ETCHEGARAY
FLOR MONTOTO
BELEN CERVETTO

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