Portada  |  22 diciembre 2020

Sexo y discapacidad, un tema tabú en la sociedad

Hay temas que incomodan a buena parte de la sociedad. La discapacidad es uno. La sexualidad, otro. Y mucho más si se combinan. Son como un doble tabú. Algo prohibido. Tanto que casi nunca se habla de la vida sexual de las personas con discapacidad.

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A Mauricio, quien se traslada en una silla de ruedas porque nació con distrofia muscular, le costó 29 años poder hacerlo. Recién a esa edad se animó a decirles a sus padres que quería tener sexo como cualquier persona.

Es que a ellos jamás se les había ocurrido plantearse el asunto. Incluso teniendo un hijo con una discapacidad. “La gente nos ve como si fuéramos ángeles o niños eternos, que no tuviéramos necesidad de una vida sexual”, opina Mauricio.

De ahí la sorpresa de sus padres cuando hace tres años les habló por primera vez de su deseo. Y no solo eso. También les dijo que ya tenía planificado cómo llevarlo a la práctica. Se había contactado con Karina, una “asistente sexual” para personas con discapacidad.

“La verdad que nos pareció bárbaro –cuenta Lilian, la madre de Mauricio-. El ya tenía todo organizado, así que yo simplemente le acondicioné la habitación, le compré preservativos y, durante la hora y media que estuvo con Karina, me fui de shopping”, agrega.

El servicio que ofrecen los asistentes –hay tanto hombres como mujeres- abarca desde mantener relaciones tradicionales hasta sesiones se sexo tántrico o simplemente asistir a parejas con discapacidad que necesitan de la ayuda de un tercero para concretar el acto sexual.

“Yo me considero una trabajadora sexual –dice Karina-. Siempre me interesó dedicarme a asistir a personas con discapacidad, pero con el tiempo me di cuenta de que nadie se ocupaba de este aspecto tan importante como la sexualidad”, agrega.

Mauricio sabe que su enfermedad es progresiva. Año tras año su capacidad física disminuye. Pero ese encuentro quincenal o a veces semanal que tiene con Karina cambió su vida. “La verdad que tengo otro ánimo y ahora hasta puedo hablar con mis amigos de sexo como cualquiera de ellos”, explica.

La historia de Ana es distinta. Ella tenía 23 años cuando el auto en el que viajaba con su novio cayó 200 metros por un barranco. El resultó con heridas leves, pero a ella le tocó la peor parte: quedó cuadripléjica.

La relación se terminó al poco tiempo y Ana no solo tuvo que enfrentar el desafío de reencontrarse con su sexualidad, sino también de volver a formar una pareja. “La gente cree que las personas que tenemos una discapacidad solo podemos estar con otra que también. Y no siempre es así”, sostiene.

De hecho, ella volvió a estar en pareja con un hombre sin discapacidad y hasta tuvo un hijo. “Perdí totalmente la sensibilidad genital por afuera, pero por dentro tengo hipersensibilidad”, explica.

Un caso parecido es el de Enrique. A los 11 años estaba con su padre y un hermano al costado de una ruta, en Neuquén, cuando los atropelló una camioneta. Su padre y su hermano murieron; él sobrevivió, pero con una lesión medular que lo dejó cuadripléjico.

A pura fuerza de voluntad Enrique salió adelante. Además de convertirse en un esquiador paralímpico –compitió en los Juegos de Corea y Rusia- descubrió que podía disfrutar de algo que, sin sensibilidad de la cintura para abajo, creía imposible: el sexo.

Mucho tuvo que ver para eso haber conocido a Triana, una española que estaba de visita en Argentina y con la que se puso de novio. “Yo, la verdad, que no tenía ningún prejuicio porque él estuviera en silla de ruedas”, cuenta Triana.

Y así, abiertos a aprender juntos, descubrieron que la sexualidad va mucho más allá de lo genital. Por ejemplo, que se pueden estimular otras zonas erógenas del cuerpo para alcanzar un orgasmo.

Su experiencia, que incluye el uso de juguetes sexuales y hasta una silla de ruedas que imita los movimientos de un hombre durante el coito tradicional, la están volcando en un libro que ya tiene título: “Sexistimos”.

“Es la combinación de las palabras sexo y existimos”, cuentan Enrique y Triana. Es que, en definitiva, de eso se trata. Las personas con discapacidad no solo existen; también desean tener una vida sexual plena. Aunque de eso, no se hable.

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