Portada  |  24 junio 2021

A pesar de las dificultades económicas, atienden a personas con discapacidad intelectual

La obra de Don Uva, dedicada a las personas con discapacidad intelectual, está presente en Buenos Aires, Paraná y Posadas. El atraso en los pagos de las obras sociales y la falta de ajuste por inflación del "Nomenclador de prestaciones básicas para personas con discapacidad" ponen en jaque a una institución centenaria, que también está presente en Italia y Perú.

Actualidad

En unos días la Obra del Padre Pasquale Uva cumple 99 años. ¿Quién fue Don Uva? Un contemporáneo de Don Bosco con una obra tan prolífica como la de su coterráneo.

Don Uva, nacido en Italia el 10 de agosto de 1883, vivió la caridad hacia los más necesitados.

Ordenado sacerdote a los 23 años, fue guiado por la vida y obra de San José Benito Cottolengo. Haber accedido a libros sobre Cottolengo “abrió mi mente y mi corazón hacia nuevos horizontes, encuadrando mi ministerio sacerdotal en la asistencia a los más necesitados”, señaló.

En 1921 comenzó su obra en Italia al bendecir la piedra fundamental de la Casa de la Divina Providencia, destinada a la asistencia de personas con discapacidad intelectual. Un año después dio inicio a la Congregación “Siervas de la Divina Providencia”, que luego se extendió hacia América Latina.

Fieles al carisma del fundador, el 17 de mayo de 1989 las hermanas de la congregación fundaron un hogar de ancianos en Paraná, provincia de Entre Ríos. Y un año después comenzó a funcionar allí la escuela especial “Ntra. Sra. de la Divina Providencia” junto a un taller.

Desde entonces, las hermanas se dedican al cuidado, la asistencia, la rehabilitación y la resocialización, la defensa y la vigilancia de aquellas personas con todo tipo de discapacidad.

En Paraná, forman un equipo de 100 integrantes que atienden las necesidades de 160 personas con discapacidad intelectual tanto en la residencia, como en el hogar, el centro de día para adultos y la escuela para niños.

En 1999 inauguraron en el barrio porteño de Villa Ortúzar el Hogar y Centro de Día “Sagrada Familia”, al que asisten jóvenes y adultos con discapacidad intelectual y donde realizan actividades para el desarrollo de sus capacidades.

“El eje de nuestra tarea es la persona con discapacidad siendo la base de todo valor para el equipo de trabajo que conformamos. En Buenos Aires trabajamos 45 personas. Concebimos el abordaje desde una mirada integral de la persona como sujeto de derecho, capaz de trascender por su naturaleza espiritual”, cuenta la hermana Lorena Gallay, directora del Hogar. 

A la sede porteña de la institución, concurren 46 personas al Centro de Día y otras 15 viven en el Hogar, que cuenta con una residencia permanente para adultos con discapacidad intelectual cuyo grupo familiar no los pueda alojar.

La obra de Don Uva, con casi un siglo de existencia, además está presente en Italia (Bisceglie, Potenza, Foggia), Perú (Huelmay) y en la ciudad de Posadas, provincia de Misiones.

Promover la autonomía

Los talleres y actividades que proponen en el Hogar son planteados en función de las necesidades y características de las personas con discapacidad, teniendo en cuenta edades, intereses y capacidades.

Para desarrollar un abordaje integral, se diseñan ejes de trabajo a partir de los cuales cada actividad o taller se articula y trabaja alrededor de algunas áreas. “Podemos dividir las actividades en diferentes tipos, tales como creativas o expresivas, ocupacionales, inclusivas, pedagógicas y recreativas”, explican desde su página web.

Los objetivos principales de estas actividades son promover la autonomía, fortalecer vínculos familiares, propiciar la inclusión social, lograr la adaptación a la vida adulta y desarrollar al máximo posible sus capacidades.

Asimismo, en el Hogar realizan con un equipo interdisciplinario un seguimiento de los aspectos físicos, psicológicos, vinculares y sociales. Para ello cuentan con personal a sueldo.

Una difícil realidad 

La administración de las sedes de la Obra de Don Uva en el país no es una tarea sencilla a causa de los avatares de la coyuntura económica de los últimos años.

La congregación lidia a diario con el atraso en los pagos de las obras sociales y la falta de ajuste por inflación del "Nomenclador de prestaciones básicas para personas con discapacidad".

"Los montos no están acompañando la inflación. En 2019 hubo un aumento del 25% contra una inflación del 50%. En diciembre de 2020 hubo un aumento del 10% cuando la inflación anual fue de 36%. Este año ya está pactado un 34% para todo el año ya superado por los aumentos salariales", explican desde Paraná.

Los salarios representan el 90% del costo total de la institución.

Año tras año las instituciones dedicadas a la atención de las personas con discapacidad tienen mayores dificultades para hacer frente a todos sus gastos, porque con menor cantidad de ingresos deben cubrir todos los servicios y el pago del personal.

 

 

 

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