Portada  |  01 diciembre 2020

La bajante del río Paraná afecta los ecosistemas del Litoral y podría extenderse hasta marzo

Especialistas sostienen que la escasez de lluvias generó alteraciones en el ecosistema y que en los próximos meses la situación podría agravarse aún más.

Clima, naturaleza y medio ambiente

La bajante del río Paraná, con mediciones hidrométricas que no se registraban hace más de 50 años, generó complicaciones en el ecosistema de las provincias del Litoral y varios especialistas advirtieron que sin lluvias la situación podría extenderse hasta marzo y los perjuicios, en especial en torno a los peces, continuarán en los próximos años.

La falta de precipitaciones en la cuenca sumada a fenómenos ambientales provocaron esta bajante histórica que dejó por ejemplo al río en 47 centímetros en el puerto de Rosario, cuando su altura normal supera los 3 metros, y esa situación se repite en al menos cinco provincias.

La directora del Instituto de Limnología Raúl A. Ringuelet de La Plata e investigadora del Conicet, Nora Gómez, explicó en diálogo con Télam que "la escasez de lluvias en la Cuenca del Plata en los últimos años ha ido afectando caudales del río Paraná como así también el de los ríos Iguazú, Uruguay y Paraguay".

"La bajante registrada durante este año ha significado un factor de estrés ambiental muy importante que influyó en distintos aspectos socioeconómicos, como así también en la ecología de esta cuenca", advirtió la especialista.

Así, explicó, "se observan las alteraciones de la ribera ya sea por desmoronamientos de los márgenes o bien por dejar extensas áreas sin agua, lo cual favorece el avance de especies terrestres (algunas invasoras) y la retracción de las higrófilas que son las que sufren particularmente el estrés hídrico que genera la bajante del río".

"Esto transforma el paisaje, alterando la biodiversidad cuando la capacidad de adaptación de las especies a estas condiciones es superada" añadió y advirtió que "este nuevo escenario suele ser una tentación para el avance de algunas actividades humanas en áreas que le 'pertenecen' al río".

Mencionó que, en tal sentido, un menor caudal conduce a que "los organismos relacionadas con el curso de agua se encuentren más agregados en su distribución siendo más vulnerables a los depredadores, entre los que se encuentra el hombre que con la caza furtiva y la extracción descontrolada de peces genera cambios drásticos en el ecosistema".

Además, agregó que "se advierten modificaciones en la calidad del agua como el aumento en la concentración de los sólidos en suspensión o bien en áreas afectadas por el enriquecimiento con nutriente y materia orgánica se observa el desarrollo de floraciones de cianobacterias".

En Corrientes, el investigador del Conicet y magister en Ecología Acuática Continental, Juan José Neiff, explicó que la bajante extraordinaria del Paraná perjudica "el reclutamiento de peces" y que "no hay stock de peces".

"Hemos perdido con la bajante dos períodos de reclutamiento, se pierden los peces pequeños y van quedando los más viejos", explicó el investigador.

Además, señaló que por el fenómeno de La Niña, las aguas del Paraná están muy por debajo del nivel habitual y mencionó que en el puerto de Corrientes, la altura rondaba 1,30 metros cuando lo usual sería de 1,50 y 2 metros.

"Esta época del año, noviembre y diciembre, son meses de creciente y ahora el río está en bajante en toda la cuenca", explicó Neiff.

Respecto de las consecuencias en los recursos ícticos, señaló que el problema se genera "porque los peces migran entre 500 y 1.000 kilómetros, aguas arriba y largan sus huevos cuando están en aguas altas".

"Las planicies inundables permiten que esos pececitos no sean devorados por peces más grandes pero con las aguas bajas no quedan planicies de inundación y los huevos descienden por el curso del río", sostuvo el investigador.

En este sentido, reiteró que los pequeños peces son devorados por los más grandes y "sólo van quedando los viejos" y que "habrá una gran merma de peces en los próximos años".

En Entre Ríos, si bien en los últimos siete días el río duplicó su altura en la ciudad de Paraná, donde hoy llegó a los 52 centímetros, desde febrero sufre los niveles más bajos e históricos dado que se mantiene muy por debajo de los 2,30 metros, el límite de aguas bajas.

A raíz de la bajante, embarcaciones quedaron encalladas en barro seco, salieron a la luz numerosos bancos de arena y anclas antiguas y se mantiene sobre la superficie la manta protectora del túnel subfluvial que une las capitales de Entre Ríos y Santa Fe.

La situación también perjudica la reproducción y crecimiento de la población de peces del Paraná que depende de los ciclos hidrológicos y climáticos. Por eso, pescadores y comerciantes aseguraron que la pesca bajó notablemente respecto a años anteriores, al igual que las ventas.

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