Una comunidad con historia propia, costumbres únicas. Se autodefinen por diversas cuestiones. Desde los rasgos asiáticos hasta aquellos valores y características intangibles, pero llenas de significado.
Quienes llegan al país desde el China deben adaptarse a un lenguaje diferente, así como también a una cultura ajena, impensada, lejana de los suyos. Según relatan, varios se han dedicado al rubro del comercio, en específico a los supermercados - autoservicios. Ello se refiere puntualmente al idioma y a la dificultad de adaptación, ya que en ese tipo de negocios la conversación con el cliente es reducida, casi innecesaria.
El barrio chino les ofrece cierto respiro, un hogar momentáneo. Antonio, quien tiene allí una óptica, comenta cómo es el cliente argentino a sus ojos. Según él, hay quienes desconfían de la calidad de sus productos por el solo hecho de ser chino; por el prejuicio instalado que enmarca al asiático únicamente en un supermercado.
Los distintos encuentros y festividades dotan a esta comunidad de una celebración continua. Uno de los eventos más significativos es el año nuevo chino, el 11 de febrero. Un momento de unión familiar, de honrar las propias raíces. Ese día, china se encuentra más cerca, aunque la distancia geográfica intente contradecirlo.
En cuanto a las burlas cotidianas, son variadas. Desde imitaciones del acento o estirarse la cara para achicar los ojos, hasta desconfirar de sus productos y culparlos a todos por difundir virus y enfermedades. Todo eso enfrentan, el señalamiento se vuelve corriente. A tal punto que llegan a acostumbrarse y convivir con ello.
Ellos optan por explicar el real significado y valor de la comunidad, resaltar lo relevante y constructivo, para dejar atrás el mito injustificado. Pero también eligen callar cuando lo creen necesario, cuando el uso de la palabra no tiene sentido en determinada situación. Hacen uso del silencio como recurso fundamental, porque según dicen, "el silencio es oro".
Te invitamos, entonces, a conocer este grupo de personas. A abrir los ojos ante una historia, y enseñanzas que la distancia geográfica convierte en extrañas y ajenas para la cultura occidental. Pero acaso debamos darnos cuenta de que justamente aquellos valores intangibles y aparentemente lejanos, no son tan ajenos y volátiles, sino que forman parte de nuestra sociedad misma. Y, en ese sentido, como cualquier otra minoría en nuestro país, su significado, costumbres y modalidades merecen ser respetadas y acompañadas.
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