Bicicletas, colchones, carros, cajones. En los furgones de los trenes se pueden encontrar las cosas más diversas. Pero, sobre todo, personas. Muchas personas hacinadas. Incluso en medio de la pandemia y con el covid dando vueltas.
Es que se trata de un mundo muy especial. Es como una isla dentro del tren. Los pasajeros son casi todos jóvenes y hombres. Hay música, cerveza, partidas de truco, cigarrillos de tabaco y también marihuana.
Después de una jornada de trabajo extenuante, a la hora pico, siempre hay lugar para el entretenimiento y la diversión.
Pero también, lamentablemente, para los robos y la violencia. “Nunca faltan los que vienen a robar celulares”, cuenta Mariano, quien todos los días viaja de la estación Sol y Verde, en José C. Paz, hasta su trabajo Palermo.
Y como casi siempre se encuentra con los mismos compañeros de viaje ya trabó amistad con muchos de ellos. Es que el mundo de los furgones no es un club, pero se le parece. Y mucho.
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